Por: Jonsi Ellis-Calderón, Arquitecto AQ-14647
De Los Inicios Del Arte. Aún antes de que el hombre viviera en sociedad avanzada, tenía la necesidad espiritual de crear, de hacer arte; aún antes de que el hombre aprendiera a escribir, aprendió a dibujar; y aún antes de que el hombre aprendiera que existe la abstracción, creó realísticamente, con naturalismo absoluto. Entre las pinturas más antiguas conocidas hasta ahora están las pinturas de arte rupestre en Altamira, España, del periodo paleolítico, obras de arte naturalista que tenían como finalidad la supervivencia de los hombres. Tal vez no estamos seguros de la fecha de creación, y obviamente no sabemos el nombre del artista, pero sí tenemos certeza de algo: esas pinturas tenían un propósito, un fin. No fueron hechas porque sí, o por aprovechar el tiempo de ocio, o por decoración interna de sus cuevas -que eran lugares inaccesibles-, sino que el hombre halló que necesitaba dibujar, pintar y esculpir, o sea, crear.
El hombre primitivo tenía una vida muy monótona, orientada casi solamente en vivir y comer, y cazar para comer y vivir; de modo que sus conocimientos útiles se referían a su destreza para la caza, y de allí la explicación de que una gran proporción de las pinturas rupestres tengan la caza como asunto o tema.
Ahora entendemos que el proceso de creación en el arte estaba impulsado por la supervivencia y virtudes mágicas, con la imitación de animales para propiciar su captura en las excursiones de cacería; el artista era como un predecesor de sacerdotes y profetas.

Pero también el artista ha sido, en algunos periodos de la historia, un filósofo. Si el filósofo es un explorador del mundo de las ideas, el artista es un filósofo entonces. En algunas civilizaciones primitivas estables, como Egipto o el Medio Oriente, el artista estaba al servicio de la filosofía y la religión; que eran una misma cosa. El pintor, el escultor, el arquitecto, el músico, se mueven entre el concepto y la realidad, tratando de plasmar el uno en la otra.
El Artista-Creador. El artista es un comunicador, y por lo tanto un interpretador, un cronista de sucesos y costumbres de su tiempo; nos cuenta, a veces sin saberlo, detalles de los demás actores sociales de su espacio y tiempo, y también registra imágenes para uso en el futuro. La cámara fotográfica o de televisión y cine es una de las herramientas de los artistas-cronistas de hoy día, y sus productos son testigos de la sociedad en que vivimos. La palabra comunicación abarca todas las bellas artes en cierto sentido.
Pero el artista es también un soñador y un profeta: soñador porque desboca su fantástica imaginación y la hace cobrar vida como obra de arte, para verla, escucharla o vivir en ella; la prosopopeya se convierte en una figura muy conocida y amiga del artista, pues consigue que objetos inertes e inanimados tomen vida y comuniquen sentimientos en las personas. Muchas veces sus arrebatos de imaginación se vuelven realidad años o siglos después; entonces, son inventores precoces incomprendidos por sus contemporáneos. A pesar de que en muchos periodos de la historia del arte el artista se ha dedicado a copiar lo que ve, en algunos otros, como en las vanguardias de la primera mitad del siglo XX, la imaginación natural (sueños) de la persona es la que guía el proceso creativo.
Y el artista es también crítico social y moralista, se desenvuelve como ser social con desenfado hacia sus contemporáneos en eminencia (las autoridades políticas y religiosas) y además presenta su punto de vista personal de las cosas de su entorno, criticando la sociedad en que vive y que lo ha hecho como es… varios pintores de los últimos dos siglos, como Picasso, Goya y otros, han enarbolado la bandera de la crítica social en buena parte de su obra.
Y el artista es, ante todo, un hacedor. Ciencia significa conocimiento o teoría, mientras que arte significa llevar el conocimiento a la práctica, o sea, hacer. En tiempos pasados, un artefacto era un utensilio que se hacía con las manos, aunque hoy se le llame igual a productos de manufactura en serie (la palabra manufactura significa trabajo a mano, aunque hoy día su significado haya degenerado en hecho a máquina). Y aún en nuestros días, un artesano es el que hace algo con sus manos, y ese algo es una pieza única.
El gran pintor y teórico del arte del siglo XX W. Kandinsky tiene su propia definición de artista. Para él, el artista es ante todo “un hombre semejante a nosotros, pero que lleva dentro una fuerza visionaria y misteriosa. Él ve y enseña. A veces quisiera liberarse de ese don superior que a menudo es una pesada cruz. Pero no puede. Acompañado de burlas y odios, arrastra hacia adelante y cuesta arriba el pesado y reacio carro de la humanidad…”[1]
De modo que podemos sintetizar que a través de la historia de la humanidad, el artista ha reunido muchas cualidades en su hoja de vida, aunque no todas en el mismo espacio ni en el mismo tiempo; así, un artista es aquel que toma objetos inertes que en su estado natural están en caos (pintura, piedra, barro, mármol, madera, metal, etc.) y crea un orden a partir de ellos, comunicándonos el entorno social al que pertenece, criticando lo que él considere está mal en la sociedad, plasmando una idea o concepto en su creación, inyectando vida a aquellos materiales inertes para que su obra nos conmueva de una u otra manera, y cargando sobre sí el avance de la sociedad.

El Arte en la Actualidad. En nuestros tiempos en la sociedad actual, en que el ser humano no necesita cazar para sobrevivir, el arte tiene un rol importante y diferente al antes descrito. Su enseñanza se practica en cuatro diferentes tipos de instituciones, a saber:
- Universidades, con diploma.
- Conservatorios profesionales.
- Talleres particulares.
- Casas de la Cultura (o del artista).
Los dos primeros tipos de instituciones tienen características similares, ambos solicitan requisitos, generalmente un examen de aptitud; y ambos cobran en efectivo por el derecho a estudiar allí. También gradúan a sus estudiantes con un diploma que los acredite en el área artística correspondiente.
En el tercer tipo de institución, los talleres particulares, también se cobra una cuota en efectivo a los estudiantes; pero generalmente no solicitan requisitos especiales. Sus cursos suelen ser en el formato de cursos libres, recibiendo un diploma al final del curso.
Las Casas de la Cultura, o a veces llamadas, Casas del Artista, no ponen ningún requisito para los que deseen llevar cursos allí, formato de cursos libres también, y generalmente todos sus servicios son gratuitos para todo el mundo, especialmente dirigidos hacia los pobladores de su comunidad.
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Las personas necesitan contar en sus comunidades con instalaciones adecuadas para practicar actividades culturales, y también para actividades deportivas y de recreo en su tiempo de ocio. Las instalaciones que ya están dedicadas al arte, cualquiera de las cuatro descritas anteriormente, satisfacen en parte esa demanda, otorgando al individuo un espacio para efectuar labores de esparcimiento cultural y desarrollar sus aptitudes artísticas, ya sean estas profesionalmente o por mero interés personal.
La importancia de desarrollar infraestructura como esta, radica en fortalecer esa inversión que los políticos a veces consideran innecesaria o improductiva: Invertir en educación artística, en la formación de artistas y en el patrocinio de grupos culturales y folklóricos. Esta inversión traerá sus frutos a largo plazo, con la formación de mejores ciudadanos provistos de mejores aptitudes y habilidades. Esto puede inducir en que ellos encuentren posteriormente más oportunidades de desarrollo personal, social y económico, con la posibilidad real de que se reduzcan por eso los índices de pobreza y delincuencia que nos preocupan.
El Niño como Ciudadano y Creador (Artista) del Futuro. “No nos referimos al arte institucionalizado, a sus obras tal como se manifiestan en el campo social, sino a una dimensión de la creación en su estado naciente, perpetuamente adelantándose a sí misma, potencia que tiene la capacidad de emerger subsumiendo la contingencia y las aleatoriedades de los intentos de materializar universos inmateriales.”[2]
F. Guattari describe con excelente retórica el proceso de aprendizaje de diferentes manifestaciones artísticas por parte de los niños como esa dimensión de la creación en su estado naciente. El talento artístico es inherente a cada infante desde su nacimiento, puede ser heredado de sus padres, o influenciado por el medio en los primeros meses o años de vida del niño, pero debe ser descubierto, cultivado y afinado desde edades tempranas para evitar una pérdida que podría ser irreparable; además de aprovechar la etapa más productiva en cuanto a enseñanza-aprendizaje en la vida de toda persona: los primeros seis años de vida.
El Arte y la Cultura como Expresión Individual y Necesidad Colectiva de una Sociedad y de Quienes la Constituyen. El acto de creación artística ha sido, como hemos visto, una necesidad para el hombre para preservar la vida en tiempos antiguos; pero en el siglo XXI, donde no necesitamos cazar para sobrevivir, lo ha sido para el mantenimiento de la buena salud mental, entre otras cosas. Es entonces cuando el arte y la cultura aparecen como un posible medio para lidiar con el estrés y el sedentarismo de la vida moderna. Un arquitecto que diseña una casa para su cliente, espera convertirlo en un ser social mejor, mejorando cualitativamente las condiciones en que vive, de modo que encare la vida de una manera más positiva. Debe considerarse entonces a las bellas artes no como un lujo, sino como necesidad social e individual dentro de cualquier comunidad, tanto como lo son el abrigo, la comida y la seguridad.
“La obra de arte es, en primer lugar, una génesis”.[3] Ahora entendemos mejor porqué una obra de arte es un salto del caos al orden. Para cumplir esta transición, la obra de arte debe captar las cosas como vida y movimiento, es cuando el arte se convierte en embrujo, su realidad es mágica, mítica y sagrada. Es una cosmogonía (cosmogénesis)[4].

La calidad profesional del futuro artista está íntimamente ligada a la calidad del espacio arquitectónico donde vive, donde aprende, donde practica y donde tiene lugar su experiencia creativa; pero esta calidad y calidez del espacio de trabajo va de la mano con las cualidades del maestro-tutor, de aquel que “ve y enseña, quien arrastra hacia delante y cuesta arriba el pesado y reacio carro de la humanidad”.[5]
Una obra de arte, o una sinfonía clásica, o una obra de teatro, o una obra arquitectónica, o una novela de la literatura universal que a un primer vistazo pareciera carecer de mensaje, de pronto arrebatará al espectador de su realidad, le hará olvidarse de sí mismo y lo introducirá por completo en un mundo nuevo, un mundo que estuvo primero en la imaginación del pintor, del compositor, del escritor, del arquitecto, y le libertará de sus preocupaciones por algún tiempo, después del cual regresará con nuevos bríos y energía recargada a su vida diaria.
[1] W. Kandinsky, De lo espiritual en el arte, Barcelona, 1973, p. 26
[2] Félix Guattari, El Nuevo Paradigma Estético. En “Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad”. Editorial Paidos México. 1994
[3] Paul Klee, Das bildnerische Denken
[4] Cosmogénesis: cosmos=orden, génesis=principio
[5] W. Kandinsky