Vistazos al Estilo Neogótico en Costa Rica

Por: Arq. Jonsi Ellis-Calderón     AQ-14647

La estructura del arte que había adoptado Europa en la época del renacimiento, comenzó a cambiar y a desaparecer gradualmente hacia el final del siglo XVIII. Este cambio tiene su raíz, al igual que la Revolución Francesa, en la edad de la razón[1]. En arquitectura se venía construyendo a la perfecta manera que indicaba Palladio en sus tratados, y fue en Inglaterra hacia 1770 que Horace Walpole decide no hacer la de todos, y construye su casa de campo, Strawberry Hill en Twickenham, en estilo gótico.

Iglesia de San Isidro de Coronado. FOTO: Jonsi Ellis
Iglesia de San Isidro de Coronado. FOTO: Jonsi Ellis

Para el siglo XIX existían ciertas convenciones que ubicaban al estilo neogótico como el más indicado para las iglesias, pues era el representante de la arquitectura de la época de la fe.

Parecidas fueron las consideraciones que se tomaron en cuenta cuando en 1834 se quemó la vieja cámara inglesa. Se consideró que las libertades civiles de Inglaterra descansaban sobre los fundamentos de la Edad Media y por lo tanto el nuevo parlamento debería de ser gótico[2].

José Pijoan ve al Gótico como baluarte del Romanticismo[3], entendido éste como posterior al Neoclasicismo. En ciertos aspectos –dice- las estructuras clasicisadas ceden paso a otras medievales; la toga clásica es reemplazada por la armadura y las mallas medievales, y las figuras heroicas son caballeros de esta época. Las reliquias clásicas son lejanas ruinas de otro tiempo, difíciles de medir exactamente; en cambio las catedrales góticas estaban, enteras, allí mismo en Europa, inmediatas a ser medidas, estudiadas y copiadas de manera descarada. Dice entonces Pijoan que el Neoclásico es una interpretación, mientras que el Neogótico es una copia de los modelos originales, aunque en algunos casos sí una interpretación.

De repente, si nos trasladamos a Costa Rica hacia finales del siglo XIX y principios del XX, podemos ver que una leve corriente neogótica se desarrolla en medio de un predominio neoclasicista, que ejerce casi un monopolio estilístico de las obras ciudadanas de relevancia; este predominio se ve tanto en edificios estatales como en comerciales y religiosos. Vemos entonces que no se reconoce ciertamente el hecho de que en Europa el Neoclasicismo y el Neogoticismo se contrapusieron con motivaciones técnicas e ideológicas en las expresiones arquitectónicas.

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Influencias arquitectónicas en el periodo 1880-1940 en Costa Rica. Fuente desconocida. Elaboración: J. Ellis

“En Centroamérica, esta corriente aparece hacia 1880 más como una aplicación decorativa que como una arquitectura que aplica los principios formales y constructivos del gótico”[4]. El mismo Carlos Altezor cita en su tesis para acceder al grado de Licenciado en Arquitectura a Gamble, quien afirma que “este movimiento neogótico puede llamarse ‘romántico’ porque, en realidad, era más la aplicación cosmética de los elementos decorativos góticos –arcos ojivales, tímpanos, pináculos y parapetos almenados- que el uso de los verdaderos principios góticos de ingeniería y construcción. Si algunas veces se utilizaban contrafuertes, eran más que todo decorativos y no estructurales. Un embellecimiento gótico era simplemente agregado a un cuerpo estructural para darle un sabor romántico y exótico”.

Iglesia de San Rafael de Heredia. FOTO: Ronny Ellis
Iglesia de San Rafael de Heredia. FOTO: Ronny Ellis

Este Neogótico encontróse adecuado entonces para nuestra arquitectura religiosa y sus pocos ejemplos se encuentran situados cronológicamente entre fines del siglo XIX y el primer decenio del siglo XX.

Lesmes Jiménez, quien era un ingeniero costarricense que estudió en la Universidad de Lovaina en Bélgica, es el responsable de la iglesia que, junto con la Catedral de San Salvador, es uno de los dos mejores ejemplos de la corriente neogótica en Centroamérica: la iglesia de La Merced, en San José, construida hacia 1903. Lesmes Jiménez construyó también en estilo neoclásico, a principios de siglo, pero se identificó más con el neogótico; así es como diseña las iglesias de Moravia y de San Rafael de Heredia, con apoyo de la predilección que el obispo Augusto Thiel, de origen alemán, tenía por este estilo. El ingeniero Jiménez también diseña la Penitenciaría Nacional (extraño y particular ejemplo) que se sitúa en un punto estratégico, tal y como lo hubiese hecho un castillo feudal.

Al obispo Thiel se le atribuye un cambio de paradigma importante en la construcción de templos en Costa Rica; ya que después del terremoto de 1888, recomendó a través de una carta pastoral, que las torres de las iglesias fueran construidas en hierro, participando activamente en la construcción de nuevas iglesias. En esta misma época, el arquitecto Jaime Carranza diseña el nuevo pabellón del Asilo Chapuí con una profusa arquería, ventanas ojivales y decoración neogótica.

En algunos casos, detalles góticos como ventanas germinadas, florones, portales con arquivoltas, etc. son mezclados con elementos de otros estilos (neoclásico entre ellos) como en el reformatorio para mujeres “Buen Pastor”, hoy en día el Palacio Municipal de Goicoechea, en Guadalupe, que data de 1924. También al día de hoy, en el Cementerio General de San José, sobreviven dos tumbas en estilo neogótico firmadas por Francisco Durini y fechadas en Génova, Italia en 1886 y 1887.

En estilo neogótico, pero de carácter un poco más temprano aún, tenemos la Iglesia de San Nicolás de Cartago, diseñada en 1880 por el padre jesuita Santiago Páramo, quien diseñó y construyó el exterior de esta iglesia en mampostería, y sus interiores en madera.

Otros ejemplos que merecen citarse que no se encuentran en el área metropolitana, son la Iglesia de San Isidro de Heredia, la Iglesia de Grecia, en la provincia de Alajuela y la Iglesia de San Isidro de Coronado. La Iglesia de Grecia es completamente de metal, ejemplo de la arquitectura prefabricada e industrializada que Europa exportó gracias al desarrollo de la técnica del hierro; fue ejecutada por la Metalúrgica de Clemente Prada en Milán, Italia y armada en 1897 por el ingeniero Lucas Fernández.

Iglesia de Moravia. FOTO: Jonsi Ellis
Iglesia de Moravia. FOTO: Jonsi Ellis

Por su parte, la Iglesia de Coronado, del arquitecto/pintor costarricense Teodorico Quirós, fue diseñada en los 1920’s y terminada hacia 1935. En su carácter neogótico tardío, es la manifestación más depurada del estilo neogótico en el país y representa un ejemplo de eclecticismo. Aunque utiliza el hormigón armado sobre una estructura interna metálica como cerramiento, su sentido de la proporcionalidad y el lenguaje formal corresponden con precisión al estilo en que se inspira, “intenta representar fielmente el goticismo decimonónico y exhibe un muestrario bastante completo de vocabulario del gótico”.

Conclusión. Vemos entonces que en Costa Rica, el Gótico fue un estilo que se vino a utilizar por afinidad e influencia de europeos y con muy poca trascendencia dentro de la conformación de una “identidad” arquitectónica nacional que, en Costa Rica, si se analiza con cuidado, puede venir a manifestarse más bien por elementos exógenos y aislados que a lo largo de nuestra historia han venido a sumarse a un muestrario desordenado que aún hoy en día no encuentra coherencia.

NOTA: Este artículo es complementario a VISTAZO AL ESTILO NEOGÓTICO EN EUROPA publicado en otra entrada de nuestro blog

[1] Gombrich. Historia del Arte.

[2] Gombrich. Historia del Arte.

[3] Pijoan. Historia General del Arte.

[4] Carlos Altezor. Arquitectura Urbana en Costa Rica. 1986.