Por: Arq. Jonsi Ellis-Calderón
La tensión es simplemente ‘movimiento sin locomoción’. Suena contradictorio, y a la vez, emocionante. Los artistas plásticos atribuyen gran importancia a esta cualidad, y los arquitectos también. Si una figura pintada carece de ella está, de acuerdo con Leonardo da Vinci, “doblemente muerta, pues está muerta porque es una ficción, y muerta una vez más porque no devela el movimiento de la mente ni el del cuerpo”[1].
¿Cuáles son la naturaleza y el origen de esta cualidad perceptual? Se dice que el fenómeno no surge de la observación de por sí, sino que se lo añade secundariamente por lo que en otras ocasiones se ha experimentado. En una buena pieza pictórica o escultórica, los cuerpos se cimbran libremente. En las malas obras, resultan tiesos y rígidos. Es entonces lo que podríamos llamar tensiones dirigidas.
Esta percepción refleja la invasión del organismo por fuerzas externas que alteran el equilibrio del sistema nervioso. Debe suponerse que una verdadera batalla resulta del impacto de las fuerzas invasoras que tratan de mantenerse frente a la tendencia del campo fisiológico a eliminar la intromisión. El vigor relativo de las fuerzas antagónicas determina el precepto resultante. Es un concepto singularmente opuesto a la inercia[2] en la física.
¿Qué crea el movimiento? El movimiento depende de la proporción. Cada línea exhibe movimiento a lo largo de su propio curso. Esta es la característica dinámica más elemental de todo dibujo.
También observamos tensión en la ‘dinámica de la oblicuidad’. La oblicuidad se percibe espontáneamente como desviación del marco espacial básico que constituyen la vertical y la horizontal. Esto trae una tensión entre la posición normal y la del objeto que se desvía.

La tensión en la deformación. La distorsión de la forma es uno de los incentivos para que se perciba tridimensionalmente. No sólo la forma de los objetos es dinámica, sino también la de los intervalos entre ellos. El espacio vacío que separa los objetos o las partes de los objetos entre sí en la escultura, la pintura y la arquitectura, está comprimido por los objetos, y los comprime a su vez. El efecto de distorsión de ciertas formas se acentúa por la noción de forma normal que la experiencia del espectador ha constituido en su memoria. Los arquitectos Frank Gehry y Zaha Hadid son elegantes expertos en manipular los sentidos del observador utilizando la “tensión en la deformación”.

Otra manera de conseguir tensión en una obra es por medio del efecto estroboscópico. El movimiento estroboscópico tiene lugar entre objetos visuales de apariencia y función idénticas en el campo entero, pero que difieren de alguna característica perceptual, por ejemplo de la ubicación, tamaño o forma.
A menudo, el acentuado movimiento visual observado en los objetos naturales se deriva del hecho de que sus formas son producto de las hermosas huellas de fuerzas físicas que las han creado mediante movimiento, expansión, contracción o el proceso de crecimiento. A este concepto lo llamamos “fuerzas físicas hechas visibles”.
Hacer que una estructura resulte más simple significa reducir su tensión interna. Las direcciones vertical y horizontal son obviamente más simples que las oblicuas. Las formas geométricas elementales son obviamente más simples que las distorsionadas. Pero los artistas buscan a menudo lo oblicuo y lo distorsionado. Existe, pues, mayormente en las artes plásticas, una extendida tendencia hacia la forma no simple. Todavía tenemos una lucha entre la tensión y la simplicidad.
Lograr una composición dinámica no es sencillo. Solo estará lograda la dinámica de una composición cuando el movimiento de cada uno de los detalles se adecúe al movimiento del conjunto, como una suerte de mini-universo atrapado en un lienzo, una escultura o una obra arquitectónica construida. La obra de arte se organiza en torno a un tema dinámico dominante, desde el cual el movimiento se propaga por toda el área de la composición.
NOTA: Este artículo es complementario al artículo anterior llamado Complejidad & Arquitectura.
[1] Leonardo da Vinci: Arquitecto, pintor, escultor, urbanista, inventor italiano. (1452-1519).
[2] Inercia: Propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme.